León, Gto. — Era una tarde cualquiera, de esas que pasan desapercibidas para muchos. Pero para una madre, el reloj marcaba cada segundo como un golpe en el pecho. Poco antes de las 4:00 de la tarde de este miércoles, con el corazón en la garganta y su hijo en brazos, una mujer marcó al 911: su bebé, de apenas un año y nueve meses, presentaba síntomas de envenenamiento por raticida.
Según su testimonio, el accidente ocurrió alrededor del mediodía en Silao, donde el pequeño habría ingerido accidentalmente el veneno. La angustia no dejó espacio para la duda. Tomó lo que pudo y emprendió el viaje hacia León, con la esperanza de encontrar ayuda.
Al llegar a la ciudad, bajó del transporte público en la zona del bulevar Aeropuerto y Milenio. Ahí, desesperada, pidió auxilio. Su voz temblorosa al teléfono fue suficiente para que los protocolos de emergencia se activaran de inmediato. En minutos, paramédicos de Protección Civil acudieron al sitio.
El bebé fue estabilizado y trasladado a un hospital de León, donde los médicos le brindaron atención médica de manera inmediata. No se han dado a conocer detalles sobre su estado de salud, pero fuentes cercanas al caso confirman que está recibiendo atención especializada.
Esta historia es un recordatorio profundo de la fragilidad de la vida y de la fuerza del amor materno, que no conoce distancias ni obstáculos cuando se trata de proteger a un hijo. Hoy, mientras los profesionales hacen lo suyo en el hospital, una madre sigue esperando con fe en los pasillos, aferrada a la esperanza de que su pequeño logre salir adelante.
